Al evadir la tristeza o enfadarte porque no puedes controlarla, estás prácticamente reprimiendo tus propias emociones. Cuando estés triste y quieras llorar, es preferible que llores, reprimirla únicamente hará más daño.

Puedes también, y aunque se escuche poco común agradecer tu tristeza, por permitirte que te des cuenta de lo valioso que era lo que perdiste; ésta te hace pensar, reflexionar e incluso valorar las cosas de la vida.
No asocies únicamente a la tristeza con dolor y sufrimiento, puedes también verla como una oportunidad para crecer y agradecer.