En el caso de cada persona, el aspecto emocional es determinante, porque su modo de actuar depende en gran medida de cómo se siente y de los valores que tiene.

Cuando una persona se siente aceptada por los demás, a gusto con ella misma, feliz, importante y querida, es más difícil que sienta atracción y necesidad de experimentar con drogas. Por el contrario, si la persona es tímida, retraída, insegura, temerosa y depende de la aceptación de otros para vivir, o no se siente querida, comprendida ni tomada en cuenta, está en riesgo de buscar o aceptar alguna droga cuando se la ofrezcan, con el pretexto de olvidar los problemas y las frustraciones porque piensa que consumirla la hará sentir mejor o diferente.