Crecer en un hogar con alcoholismo o adicción lleva a vivir en un mundo de negación, en donde parece casi imposible distinguir entre la tensión cotidiana y los efectos de la enfermedad. Los miembros de la familia se preguntan si tienen problemas diferentes al de otras personas. La confusión y negación se entrelazan haciendo difícil poder distinguir entre un comportamiento saludable de otro que no lo es.

Por ejemplo confundiendo la autoestima sana con el egoísmo, o el amor con control o codependencia. La ayuda requiere ser trasmitida a toda la familia, independientemente si el familiar que consume se encuentra en recuperación o no.