Cuando somos padres y en especial de un adolescente que empieza a tener decisiones vocacionales es común cargar tus anhelos frustrados sobre sus hombros. Que si quisiste ser un gran deportista o médico, y no llegaste a realizar tu sueño, ese es tu sueño, no el suyo.

A veces se comete el error de considerar a los hijos como extensiones de uno mismo, y no hay nada más amargo que tener que cumplir con una visión ajena a tus propias habilidades y deseos.

Por eso, asegúrate que tu hijo participe en las actividades que más lo motiven a él, no necesariamente a ti. Ayúdale a explotar sus propios talentos y a crear intereses afines a sus capacidades.