La culpa es una de las emociones que si no es encausada correctamente genera mucha angustia en la persona. Si bien nos podemos sentir culpables cuando cometemos un error, si este sentimiento continúa únicamente lastima a la persona con pensamientos punitivos y descalificativos como: “Otra vez te equivocaste”, “no sabes nada”, “hasta cuándo vas a cambiar”.

Podemos manejar la culpa si detenemos nuestro pensamiento y con autocompasión nos demostramos cariño. Podemos reconocer el error, reparar o pedir disculpas y cambiar. Esto es suficiente para evitar que con nuestros pensamientos alimentemos la culpa y mejor fomentemos el perdón a nosotros mismos.