«En el fondo pensamos que la causa de nuestros problemas somos nosotros mismos. Ellos surgen de nuestro interior. Y el alcohólico es el ejemplo típico de una voluntad sin freno, aunque la mayor parte de las veces no se dé cuenta. Antes que todo, los alcohólicos debemos desembarazarnos de nuestro egoísmo, si no el egoísmo nos mata. Dios nos da la posibilidad.

A menudo la experiencia nos enseña que no nos es posible abandonar nuestro egoísmo sin su ayuda. Muchos de nosotros tuvimos muchas convicciones morales y filosóficas, pero no pudimos ponerlas en práctica aun cuando lo deseábamos. Ni tampoco pudimos con nuestra sola fuerza reducir nuestro egoísmo, por mucho que deseáramos o tratáramos. Necesitamos la ayuda de Dios”.
Libro Azul, de Alcohólicos Anónimos