Algunos autores como Nakken, han planteado una personalidad adictiva con características específicas. Sin embargo diversos estudios concluyen que no existe como tal una personalidad adictiva, existen rasgos comunes como la dificultad para el manejo emocional, baja autoestima, intolerancia a la frustración, etc. Pero no podríamos hablar como tal de individuos con personalidad de adicción.

Lo que sí plantea este autor es la relación que la persona con adicción hace con la sustancia, va más allá de encontrar un alivio en la misma, descubre un objeto confiable, que no juzga y que tampoco exige algo, y que aparentemente está en completo control de la persona.

 

¿Cómo no engancharse?

Esta relación emocional es de pura ganancia, así es como se percibe en un inicio el consumo, sin olvidar que conforme avanza el proceso adictivo este objeto deja de cubrir la necesidad de control en la persona con dependencia. El cambio emocional agradable o placentero es lo que produce que se instaure una adicción o se genere un comportamiento compulsivo, considerando de acuerdo a la sustancia el tipo de necesidad. Aquel que desea evadir el dolor (saciedad) utiliza depresores, aquel que necesita evadir su miedo (poder) utiliza sustancias excitatorias.

En la recuperación

Las personas en recuperación sustituyen la función de la sustancia como fiel compañera, por la confianza en un Poder Superior, en un grupo de pares, y por la confianza en sí mismos. No es raro escuchar a personas con adicción que comentan que se habían olvidado como era disfrutar de cierta comida, o de sentir el clima, o de actividades tan sencillas como caminar.

Y como hemos mencionado la recuperación es un proceso complejo, pero no imposible. Se requiere de tiempo y constancia para lograr que la persona vuelva a disfrutar de un bienestar que por largo tiempo estuvo en función del consumo.

¡Recuerda que las adicciones, sí tienen solución!