Para muchos pacientes el proceso de recuperación desde el consumo a la sobriedad, se ha convertido en un estilo de vida. Por las mañanas leen, meditan y se encomiendan a un Poder Superior. Realizan sus actividades y dan espacio a su propia recuperación, pasan tiempo con los suyos, y por la noche vuelven a tener contacto con ellos mismos, para ser conscientes sobre lo que hicieron en el día.

Su recuperación no es solamente ir al grupo o con un terapeuta, sino que se ha convertido en una forma diferente de pensar, sentir y hacer, una forma más saludable de percibir su realidad día a día y a quienes participan en ella.