El orgullo es una emoción que aunque aparentemente lastime a la otra persona, en realidad también lastima al “orgulloso”. Se disfraza de enojo, pero por debajo hay dolor ante una acción o actitud donde se hirieron. Por lo general el orgullo lleva a la “ley del hielo”, como una forma de castigar al otro.

El riesgo del orgullo es que por falta de humildad, las personas se sientan rechazadas y elijan romper el vínculo. Para evitarlo es necesario reconocer que en todo problema hay responsabilidad compartida, asumirla y reparar más allá de nuestro orgullo, no sólo es un beneficio para la otra persona, sino para uno mismo. Manejar adecuadamente nuestras emociones es un factor de protección para evitar desarrollar una adicción.