Cuando se crece en un hogar con adicción el enojo y los resentimientos hacia los padres es algo común. Los hijos reconocen actitudes desagradables en ellos y hacia ellos que produce gran enojo hasta poder convertirse en odio.

¿Cómo un hijo puede odiar a un padre? Sucede, cuando las emociones no son trabajadas y se van acumulando por largo tiempo. Socialmente es mal visto e incluso condenado, esto contribuye a un gran sentimiento de culpa y tristeza que se encubre con odio. Y si bien, no somos culpables de los padres con los que crecimos, sí somos responsables de sanar las heridas del pasado, por un bienestar personal.