Aunque no existe una respuesta concreta como tal, sí podemos decir que por lo general es una respuesta a la búsqueda de autonomía y dependencia propia del periodo que están viviendo.

Pero otras veces es una forma de mostrar enojo ante sus cambios físicos y emocionales, como padres es necesario acompañarlos en este proceso, explicarles y validarles lo que sienten, evitando los regaños constantes que solo aumentan su actitud desafiante.