Popularmente escuchamos que las penas y los malestares de la vida se “ahogan” con el alcohol. Pero, ¿de verdad se ahogan?

La respuesta sin duda es no, al contrario, con el alcohol los dolores únicamente se profundizan, y su consumo excesivo únicamente “ahoga” a la persona y a sus familiares. Les quita salud, bienestar y en ocasiones hasta el deseo de vivir. En la actualidad la enfermedad de las adicciones “inunda” a muchas familias que en un inicio tal vez sólo querían “ahogar sus penas”.