Ante una situación estresante, una persona dada, tiene una serie de reacciones orgánicas o respuestas fisiológicas en las cuales la adrenalina y la noradrenalina forman una parte activa, si la situación la percibe como estimulante la motivación lo lanzará a la acción, si la situación es amenazante la persona huirá.

La activación biológica de los circuitos adrenérgicos y noradrenérgicos incrementan la vigilancia, aumentan la agudeza y la sincronización músculo-visceral, asimismo producen una respuesta emocional con efectos energizadores que distribuyen los recursos para optimizar el rendimiento y prepararse para la acción, sea de enfrentamiento o de huida (6).

La noradrenalina es un neurotransmisor bien establecido en el sistema nervioso central con amplia distribución en todo el cerebro y se ha hipotetizado funciones en la excitación, la atención, el estrés, la ansiedad y los trastornos afectivos. Los cuerpos celulares de los sistemas de noradrenalina cerebral se originan en la protuberancia dorsal y tronco cerebral. El locus coeruleus en la protuberancia dorsal es la fuente de la vía noradrenérgica dorsal a las cortezas y el hipocampo, y las proyecciones tronco cerebral convergen en el haz noradrenérgico ventral para inervar el cerebro anterior basal y el hipotálamo (7).

Menciona Cruz (2006) que la cocaína bloquea a las moléculas encargadas de captar a las catecolaminas después de haber sido liberadas en respuesta a un estímulo (8). Cuando una droga como la cocaína es ingerida se afecta el sistema nervioso central en su área periférica encargada de movimientos involuntarios, esto es, aquellos que se relacionan con el funcionamiento del sistema cardíaco, el sistema respiratorio, el sistema digestivo y algunas respuestas ante el peligro. Por ello la cocaína altera por sobreestimulación la presión, el ritmo, la frecuencia cardíaca y la respiración que pueden provocar reacciones tales como infartos: el consumo de cocaína, al alterar el funcionamiento de las catecolaminas, produce una energía mayor, una sensación de poco cansancio, respiración agitada y un corazón con latidos rápidos de forma artificial y repetida, lo cual puede producir además de riesgos cardiopulmonares, riesgo de derrames o microembolias cerebrales.

 

Referencias

(1) (2) (3) (4) Carlson, N. (2005). “Cap. 4 Psicofarmacología y Cap. 18 Drogadicción” Fisiología de la conducta, México: Pearson Addison Wesley (pp. 107-142 y pp. 635-667)

(5) Purves, D., Augustine, G., Fitzpatrick, D., Hall, W., LaMantia, A., y White, L. (2011) “Cap. 5 Synaptic Transmission y Cap. 6 Neurotransmitters and their receptors” pp. 93-163 en Neuroscience, USA: Sinauer Associates

(6) (7) Boundless. “Serotonin” Boundless Psychology. Boundless, 26 May. 2016. Disponible en: https:// https://www.boundless.com/search/?q=serotonin y en https://www.boundless.com/physiology/textbooks/boundless-anatomy-and-physiology-textbook/overview-of-the-nervous-system-11/neurophysiology-113/types-of-neurotransmitters-by-function-619-3349/

(8) Cruz, S., (2006) El cerebro y el consumo de drogas. México: Cinvestav abril-junio. Disponible en: http://www.cinvestav.mx/Portals/0/SiteDocs/Sec_Difusion/Revista

Cinvestav/abril-junio2006/cerebro.pdf