En la década de los treinta, se pensaba que las personas adictas a las drogas tenían una falla moral y falta de fuerza de voluntad. Esos puntos de vista formaron la respuesta de la sociedad al abuso de drogas, tratándolo más como un fallo moral que como un problema de salud, lo que puso el énfasis en las acciones punitivas en lugar de las preventivas y terapéuticas.

Afortunadamente en la actualidad y gracias a los avances científicos, se ha corroborado que la adicción es una enfermedad biopsicosocial que modifica al cerebro y que requiere de ayuda especializada para ser tratada.

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