En ocasiones ante nuestro estrés y desesperación podemos desquitarnos con las personas que queremos, sin que éstas sean responsables del malestar que sentimos.

Esto es común cuando los conflictos de pareja se traspasan a los hijos, ellos sin ser culpables reciben los “enojos” y regaños, dificultando aún más la dinámica familiar. Esto no quiere decir que no se valga enojarse, somos humanos y podemos hacerlo siempre y cuando no lastimemos a los demás, pide tiempo, aléjate por un momento, respira y evita desquitarte con tus hijos.