En la adolescencia, y como parte de los cambios que viven los hijos en este periodo, es común que tomen una actitud de enojo y castigo hacia los padres. Si no hacen lo que ellos desean, se frustran y tratan de “vengarse” o castigar a sus padres: no contestan a sus llamadas, no avisan en dónde están, su cuarto es un desastre, etc; y cuando se portan amablemente creen que les están haciendo un favor. Parte de la estrategia para mejorar la relación es establecer límites firmes (http://bit.ly/1qbLqDt) y desprenderse emocionalmente de ellos, ya que si dejamos ver que su comportamiento nos afecta, pueden manipularlos emocionalmente.