En ocasiones, se tiene una imagen social de las personas con problemas de adicción como aquellas que no cumplen con sus obligaciones, que son “viciosas”, que roban o tienen problemas con la ley y llegan a ser rechazadas por sus familias. La realidad es que la persona que padece adicción sufre y aunque no lo exprese, lucha internamente con la culpa, el miedo y la soledad. A veces puede empezar a reconocer que algo anda mal, pero por orgullo no lo acepta o no pide ayuda. Es importante que como sociedad entendamos que la adicción es una enfermedad que va más allá de la persona y como tal, tiene que ser tratada, evitando los prejuicios que únicamente refuerzan el aislamiento del paciente.