El valor de una persona o de su familia no está en función de lo que haga. Todos somos valiosos y dignos por el simple hecho de ser personas; sin embargo cuando existe adicción la dignidad tanto de la persona con dependencia, como de sus familiares se convierte en vergüenza. La vergüenza es un sentimiento que se caracteriza por sentirse poco dignos, merecedores y valiosos al creer erróneamente que hay algo malo en ellos. Cuando la realidad es que la adicción, va más allá de los juicios de valor, es una enfermedad que como cualquier otra requiere tratamiento especializado, pero que no afecta el valor de quien la padece. La recuperación le ayuda a él y a sus familiares a pasar de la vergüenza a la dignidad.