Al fumar se elevan los niveles de monóxido de carbono que favorecen la actividad de las glándulas sebáceas, fomentando así la aparición y el empeoramiento del acné, por lo que los fumadores son más propensos a tener problemas dermatológicos, poros dilatados y puntos negros. Esto además de los daños pulmonares y cerebrales que produce el consumo de nicotina.