Psic. Daniel Rocha Ortiz “Desarrollar nuestra autoestima es ampliar nuestra capacidad de ser felices.» N. Branden La autoestima, considerada como la visión que tenemos de nosotros mismos, influye de manera directa en la forma como respondemos a las exigencias del medio, en nuestras elecciones y decisiones significativas. Inculcar actitudes positivas, como el autorrespeto y el desarrollo de destrezas, en el individuo, resulta de primordial importancia como medio de prevención. La familia es la indicada para llevar a cabo dicha labor, pues su objetivo es formar seres humanos sanos, productivos e independientes, a través de relaciones que los nutran. Parte de este proceso es el fortalecimiento de la autoestima. Una autoestima adecuada es como una vacuna contra las adicciones. Existen tantos conceptos de autoestima como teóricos han escrito acerca de ella. A continuación se mencionarán algunos de ellos: • Sentimientos de capacidad y valor personal. Confianza y respeto por uno mismo. Es una experiencia íntima; reside en el núcleo de nuestro ser. Es lo que yo pienso y siento sobre mí mismo, no lo que otros piensan y sienten sobre mí. El estado de una persona que no está en guerra ni consigo misma ni con los demás. • El juicio que una persona hace de sí misma. • Es una necesidad básica del individuo, sus elementos centrales son: respeto, aprobación, capacidad real, logros y la actuación de acuerdo a nuestra naturaleza interna y la aceptación de ésta. • Conocimiento de capacidades y limitaciones, autorrespeto y congruencia en el vivir. Schwebel afirma que: Los niños con una autoestima elevada probablemente no usen drogas ni desarrollen patrones de relaciones adictivas por los siguientes motivos: • Respetan sus cuerpos y no desean dañarlos. Se respetan a sí mismos y desean lograr sus objetivos. • Se sienten aptos y confiados. • Conocen su fortaleza y están motivados a trabajar para alcanzar sus metas. • Se sienten queridos y no cederán a las presiones del medio para lograr aprobación. • Conocen, respetan y saben expresar sus sentimientos. La familia es responsable de fortalecer y nutrir, o disminuir y destruir la autoestima de los niños. Desde edades tempranas los padres pueden tomar acciones preventivas primarias con sus hijos, enseñándolos a: • Evaluar sus experiencias y a aprender de las consecuencias de sus acciones. • Identificar y enfrentar problemas y proveer elementos de solución. • Compartir experiencias placenteras y gratificantes. • Tener sus propios puntos de vista y defenderlos de manera asertiva. • Aceptar y respetarse a sí mismos y a los demás. • Identificar sus derechos y respetarlos, como a decir no. • Tomar decisiones, aprendiendo de sus aciertos, y aceptando y reparando sus errores. • Comunicar sus afectos tanto agradables como desagradables; dar y pedir caricias. • Conocer sus cualidades y defectos, fomentando su autoconocimiento. Una persona que tiene una autoestima adecuada es capaz de propiciar una buena autoestima en los que le rodean, al relacionarse con ellos de una manera amorosa. Así pues, los padres que desean prevenir las adicciones de manera efectiva, deberán mostrarse como modelos de conducta atractivos y congruentes entre lo que piensan, dicen y hacen. Deben establecer límites firmes y predecibles, brindando atención, amor incondicional, apoyo, afecto, paciencia y respeto a sus hijos. También es importante mantener una relación adecuada con la pareja, enfrentando los conflictos con base en la comunicación y la honestidad. La prevención de las adicciones es más efectiva mientras más temprano se inicie, y la principal responsabilidad de ponerla en práctica es de los padres, no sólo por el hecho de evitar las adicciones, sino porque se vale ser felices. Del artículo “La Autoestima, antídoto contra las adicciones” por Psic. Daniel Rocha Ortiz, extraído de la Revista LiberAddictus.