Las oportunidades que tenemos para hacer el bien son tan numerosas, que realizar todas las cosas buenas que desearíamos es casi imposible. Tampoco es necesario buscar en los periódicos las oportunidades para ayudar. Las tenemos a la mano y son muchas más de lo que sospechamos.

Nuestros ojos ven lo que están entrenados a ver, y con un poco de práctica podrán ver incontables oportunidades que antes no eran capaces de observar.

Si nuestras oraciones incluyen una petición de que no pase nunca un día sin que haya alguna oportunidad para servir, tendremos una respuesta a ellas y nos regocijaremos en el hecho de tener mucho qué hacer, siendo nuestra única pena el que no podamos hacer más.