No dormir, comer poco o demasiado, morderse las uñas y no dejar de pensar en una situación ¿te resulta familiar? Estos son algunas de las actitudes que reflejan preocupación, pero ¿para qué nos sirve preocuparnos? La preocupación nos da un falso sentimiento de control, pero no nos lleva a resolver la situación, al contrario cuando dejamos que la ansiedad y el temor alimenten la preocupación, no es más difícil pensar con claridad para encontrar posibles soluciones a aquello que nos preocupa. Por esto en vez de preocuparnos, podemos ocuparnos de aquello que sí podamos cambiar, iniciando por nuestras emociones de temor y teniendo pensamientos constructivos que se enfoquen en soluciones en vez de aspectos negativos que sólo hacen que aumenten las preocupaciones.