Dicen que podemos picar piedra noventa y nueve veces sin lograr ningún efecto aparente, ni siquiera una grieta en la superficie; pero con el centésimo golpe, la piedra se parte en dos. No fue el golpe final el que lo logró, sino todos los anteriores.

Lo mismo pasa con la recuperación de las adicciones. Ya sea que se esté luchando con la aceptación de la enfermedad, o aprendiendo a vivir sólo por hoy o evitando la autoconmiseración, si seguimos “picando piedra” tarde o temprano disfrutamos del bienestar como resultado de la constancia y el esfuerzo.