Se ha comprobado que actividades cotidianas como correr, abrazar a un ser querido, besar o disfrutar de un postre, generan dopamina de forma natural sin que exista el riesgo de que al generarla artificialmente (ya sea consumiendo alcohol o drogas) nuestro cerebro deje de producirla y que un día aquello que disfrutábamos ya no sea suficientemente atractivo.

 

Tú qué dices ¿placer natural o placer artificial?