Dicho trastorno ocurre tras la vivencia de un acontecimiento traumático, que se vive con elevada ansiedad y sensación de desamparo, además de otras reacciones psicofisiológicas que pueden presentarse los primeros días después de la experiencia o prolongarse y convertirse en una fuente crónica de estrés. Debido a esto, el trastorno aumenta el riesgo de consumo de sustancias, en especial depresoras como el alcohol, con una probabilidad de 5 veces más para los hombres y 1.4 veces más para las mujeres.