Que la enfermedad familiar de la adicción acabe con una generación de personas que estén dispuestos a recuperarse de sus efectos, para evitar trasmitirla a sus hijos y que se perpetúe de generación en generación. Cuando un hijo de un padre o madre con adicción elige recuperarse ya sea al padecer la enfermedad o al convivir con ella, cría de manera diferente a sus hijos, disminuyendo el riesgo de que ellos generen adicción o elijan a una pareja con la enfermedad. Y aunque no es garantía, sí implica una forma más saludable de vivir y convivir.