El monóxido de carbono y la nicotina del humo de tabaco pueden interferir con el suministro de oxígeno al feto. Además, la nicotina cruza fácilmente la placenta y las concentraciones de ésta en el feto pueden ser hasta 15% más altas que los niveles maternos.

La nicotina se concentra en la sangre fetal, en el líquido amniótico y en la leche materna. La combinación de estos factores puede tener consecuencias graves, como la aparición de abortos espontáneos, ruptura prematura de membranas, bajo peso, problemas respiratorios, síndrome de muerte súbita, así como nacimientos prematuros.