¿Disfrazada de amor?

En la dinámica entre la codependencia y adicción, se desarrolla una dependencia hacia la persona que consume, que se caracteriza por una sobreprotección a veces mal entendida como amor.

“Cuidan” en exceso a la persona, como si este fuera un niño al que hay que proteger a toda costa. Temen que la persona con adicción se sienta herido, o sufra las consecuencias de sus acciones. Sin embargo este “cuidado” o forma de cariño en realidad contribuye a que la persona no reconozca su problema con la sustancia, o la minimice.

A estas actitudes se le llaman conductas facilitadoras, ya que de forma indirecta facilitan el avance de la adicción, algunas de ellas son:

– Controlar el uso de la persona con adicción, pero también sus conductas, pensamientos y sentimientos

– Cubrir, salvar y proteger a la persona con adicción para que no experimente el impacto completo de las consecuencias negativas que el uso produce en su vida

– Asumir las responsabilidades de la persona con adicción para evitar una crisis, cuando aun así ésta se produce, la consecuencia es que la pareja o familiar codependiente se carga de tareas que no le corresponden e impiden su funcionamiento en la vida diaria

– Por controlar el consumo de la persona, muchas veces se le acompaña en su uso, o se le ayuda en el proceso de usar, enviando indirectamente un mensaje de aprobación

– Someterse a rescatar a la persona con adicción, convirtiendo al codependiente en alguien al servicio del proceso adictivo

 

Para romper este patrón es necesario un programa de recuperación tanto para la persona con adicción como para quien convive con ella y padece codependencia. Ya que a veces por “amor” se sobreprotege a la persona sin darse cuenta que en realidad se le hace daño a él y a nosotros mismos.

Recuerda que para la adicción es necesario dar un amor con límites, espera nuestro próximo artículo, acerca de este tema.