Aunque no seamos niños muchas veces podemos comportarnos como tales, producto de los resentimientos no trabajados en el pasado. Con nuestra familia, pareja, hijos o amistades podemos querer “cobrarles” por lo que alguna vez nos hicieron. Condicionamos apoyo, reprochamos favores, sacamos a la luz eventos del pasado, como una forma de generar culpa y controlar. Es un juego de “tú me haces…yo te hago”. Al final las relaciones se desgastan y lastiman a las personas, es necesario trabajar en una madurez emocional para terminar con el: ¡tú empezaste!