Tal vez haya momentos en que te sientas desanimado, derrotado o con poca confianza en ti mismo. Puede ser que la única voz que escuches en tu cabeza sea de reclamo o culpa. Sin embargo, un ejercicio efectivo para poder modificarla es imaginar la voz de alguien que te quiere y apoya. Imagina: ¿qué te diría? y ¿cómo te lo dirá? Seguramente es una voz mucho más amable y comprensiva que la que tú puedes tener en ese momento, incluso puede hacerte recordar momentos de logro donde tú y otras personas se sintieron orgullosos de ti. Esto puede aliviar de manera natural el disgusto hacia ti mismo, recuerda que la forma en cómo pensamos produce lo que hacemos, y el consumo de drogas, incluyendo el alcohol, a veces es motivado por la voz de reclamo y enojo hacia uno mismo.