La enfermedad de la adicción puede seguir afectando a la familia, incluso después de la muerte de la persona con dependencia. Quizá porque no hubo oportunidad de expresar, resolver situaciones, o reparar ciertos daños cometidos, es posible que los familiares experimenten culpa y resentimientos.

Cualquier asunto que haya quedado pendiente puede profundizar el dolor y se requiere de un apoyo emocional para liberarse del mismo, porque aunque la persona ya no está presente, su recuerdo e historia pueden permanecer en la familia.