La adolescencia es un periodo difícil tanto para el joven como para la familia, si previo al mismo existen problemas familiares.

Es común que al adolescente se le señale como el causante de los conflictos, se convierte en un síntoma o blanco fácil para culparlo, por ejemplo de los problemas de pareja, esto promueve una sensación de rechazo y falta de comprensión que puede originar aislamiento y el consumo de drogas, incluyendo el alcohol.

Es importante que como familia cada miembro asuma su responsabilidad dentro de los conflictos, la “rebeldía” de un joven tan solo puede ser el reflejo de conflictos familiares previos. Evita culparlo de todo lo “malo” que pasa en casa y observa con mayor claridad la situación.