Podemos decir que una persona con fortaleza emocional no es aquella que no siente dolor o sufrimiento, sino que sabe y puede sobreponerse a ello. Llegar a este punto no es fácil, implica conocer y nombrar lo que sentimos, y desarrollar recursos saludables para manejarlos (que evidentemente no involucren el consumo de drogas, incluyendo el alcohol).

Esta fortaleza emocional es común que se acompañe de autoestima y aceptación, y muchas veces de alimentar la espiritualidad, es decir, la fe en un Poder Superior que brinde confianza y fe en la vida.