Tal vez decimos: “Ven a ver la tele conmigo” cuando en realidad lo que queremos decir es “quiero que estés conmigo”. Cuando nos comunicamos de forma indirecta corremos el riesgo de sentirnos insatisfechos y culpar al otro por no cumplir con lo que esperábamos de él, cuando en realidad es nuestra responsabilidad comunicar lo que deseamos o necesitamos.

Es como tratar de leer dos mensajes uno de ellos implícitos y no siempre la persona que lo recibe está en la disposición de descubrirlo. Podemos fomentar una comunicación mucho más clara si nos conectamos con nuestras emociones y con lo que necesitamos, sin duda esta es una herramienta útil con nosotros mismos y los demás.