Llorar es una forma natural de liberar emociones. A muchas personas les es difícil hacerlo, pero quienes viven en una familia con miembros con adicción, la mayoría de las veces aprenden a no llorar o a llorar en silencio.

Antes de que un niño pueda llorar y sentirse bien por ello, se le deben comunicar mensajes saludables sobre el acto de llorar: “Esta bien que llores” y “llorar hará que te sientes mejor”. Mensajes como “Los niños no lloran”, “eres una chillona” deben evitarse. Además, los niños necesitan modelos que les muestren que llorar no es una señal de debilidad o algo vergonzoso, sino una forma de expresión sana de los sentimientos.