Es fácil pensar que los hijos no saben lo que pasa. Pero si somos realmente sinceros, veremos que los niños saben que algo anda muy mal. Los niños tienen una capacidad asombrosa para afrontar la verdad. Encubrir la enfermedad con misterio y mentiras es mucho más aterrador que decir la verdad sobre la enfermedad del alcoholismo.

Podemos explicar la enfermedad sin que esto resulte una desgracia, los niños necesitan saber que es posible la mejora, y en especial que ellos no son la causa del alcoholismo. Ser sinceros, pacientes y cariñosos con nuestros hijos les brinda seguridad y les ayuda a comprender ésta enfermedad.

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