En ocasiones es un error pensar que los permisos o reglas se imponen hasta la adolescencia, cuando los hijos buscan mayor autonomía. Ya que desde los cinco años comienzan a consolidarse y fijarse las normas de la familia en la mente del niño.

Por esto es fundamental y efectivo establecer límites con amor, es decir, que haya un balance entre privilegios y responsabilidades. Y en donde las reglas sean claras y viables, con consecuencias que se cumplan.