Crecer en un hogar con adicción, genera una especie de inseguridad e incertidumbre constante en los miembros de la familia. Pareciera que siempre tienen que estar preparados para cuando la “tranquilidad” se rompa con otro problema o crisis generada por la adicción.

Este “estar preparado” lleva a estar constantemente respondiendo a un miedo sin fundamentos, los miembros viven con ansiedad, misma que no les deja disfrutar del día a día al sentir que tienen que estar con “un paso adelante” para aminorar o evitar una crisis.