Para las personas que viven en el caos que provoca la adicción en alguno de los miembros de la familia, puede ser difícil reconocer la diferencia entre un inconveniente menor y una crisis mayor. Y en el día a día, aunque no convivamos con la enfermedad podemos preguntarnos ante un problema ¿cuán importante es?

Cuando fracasan los planes, cuando llega una factura inesperada, cuando estoy desilusionado por la reacción de alguien, me pregunto: ¿cuán importante es? A veces nuestra percepción sale de proporción al problema real; si nos hacemos esta pregunta podemos pasar de un momento que pensamos como trágico a un problema de mayor serenidad y confianza.