Las personas que consumen drogas, incluyendo el alcohol, pueden sentirse acompañadas y queridas por otras personas que también consumen. Sin embargo, la mayoría de las veces estas relaciones sólo tiene en común el consumo.

Cuando uno de ellos empieza a vivir consecuencias adversas por el abuso, pareciera que los “amigos” desaparecen. Están ahí para la fiesta, para el consumo, pero no para apoyar ante una posible separación, ante una enfermedad física, ante problemas económicos, etc. Es cuando los “amigos” en realidad sólo fueron acompañantes para consumir, pero no por un vínculo de cariño e interés real que caracteriza una verdadera amistad.